Nadie duda de que las imágenes de Benjamín Lacombe emanen magia. Es imposible no detenerse en sus ilustraciones. Después, sentimos el apremio de buscar más trabajos de éste artista francés. Sus obras estaban cargadas de simbolismo, ya desde su época de formación en la Escuela de Ilustración de París. Almacena trascendentales mensajes encubiertos por una estética que todo lo envuelve. Por eso, sus ilustraciones resultan más coherentes para el público adulto. Claridad y emoción, esas son las dos cosas fundamentales de una buena ilustración, según Lacombe. Lápiz, tinta, gouache, óleo sobre papel, acuarela…son las técnicas con las que elabora en detalle ese mundo de barroquismo, ternura, misterio y profundidad que caracterizan su estilo.
En los últimos años, la obra de Lacombe se ha visto relacionada con la de otra ilustradora francesa, Rebecca Dautremer que, como él, asistió a la misma Escuela de Ilustración de París.También comparten la misma editorial española (Edelvives) en la difusión de sus álbumes ilustrados. Dautremer construye universos propios que van creciendo con imágenes llenas de poesía y repletas de detalle, con el color rojo como marca personal. Utiliza gouache, acrílicos y óleo, técnicas que combina con amplios conocimientos de diseño para crear la inconfundible magia de sus ilustraciones.
Cargada de personalidad también se nos presenta la obra de un ilustrador de nuestro panorama nacional, Iban Barrenetxea, quien parte de una Formación en Diseño y que, desde 2010, ha derivado al campo de la Ilustración. Con su trabajo volvemos a experimentar lo mismo que con los dos autores anteriores: el libro se convierte en algo valioso y fascinante gracias a sus ilustraciones, que interactúan con los textos y que, como ellos, pueden cambiar el mundo.
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