24 de Junio, día de San Juan.
Visitamos con los alumnos de Ilustración el Museo de Sorolla. El reciente solsticio de verano nos regala un día de pletórico sol; de luz cálida y cielo limpio, como los que en sus obras recoge el maestro valenciano.
La antigua residencia familiar de Sorolla, ahora reconvertida en el museo, es un rincón especial y único, que nos aísla de la gran urbe de Madrid y nos traslada en el tiempo. En sus salas y en el propio estudio del pintor, disfrutamos de sus obras más conocidas. Sorolla pinta la luz, la luz de las playas, del agua, de los jardines…Aquí, los pigmentos son esenciales y el uso del blanco es predominante: el blanco de plomo para rebajar tonalidades, el del cinc para intensificarlos y la potencia del titanio para añadir impastos en las zonas más luminosas.
Con 18 años descubrió los lienzos de Velázquez y marcó su forma de ver la pintura. Esta influencia se hace notar, sobre todo en los retratos de interior, donde su familia es la protagonista principal de estas obras.
Continuando con el ejercicio de observación práctica para nuestras clases de Ilustración, acabamos la visita con una exposición de dibujos y estudios de color en plancha de madera, carboncillo, tinta y clarión, para pintar encima del negro y sacar las luces. En sus estudios de volumen, pruebas de iluminación basadas en las velas de los balandros, la misma luz genera tonalidades en cremas más cálidos y cerúleos más fríos. Apreciamos, también, la influencia vanguardista de principios de siglo.
Los maravillosos jardines que rodean su casa-taller nos despiden con un ‘hasta luego’. Nos conocen y saben que no tardaremos mucho en regresar.
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