Muchos somos los apasionados de los videojuegos, pero desconocemos el proceso que implica el desarrollo de uno de ellos, ya sea en versión 2D o 3D. Aunque sea un proceso en gran parte informático, existe una buena dosis de talento individual que determina gran parte de la calidad del mismo.
Lo primero es sin lugar a dudas tener la idea buena. Puede ser una idea original, una secuela de otro juego, una idea determinada a ser explotada en una única plataforma o una idea sacada de una historia proveniente de comics, televisión etc…
Con la idea ya decidida, el siguiente paso es idear un guión que determinará el desarrollo del juego. Como con cualquier obra cultural el guión es lo que nos va a permitir querer continuar en el juego o salirnos, la diferencia es que en este caso está enfocado a la jugabilidad.
Lo siguiente será ya meternos en faena y empezar a programar. Evidentemente existe un mundo de diferencia si lo hacemos pensado para el 2D o bien para el 3D. Existen en el mercado muchos programas para poder desarrollar videojuegos de nivel amateur, pero si queremos hacer un videojuego profesional habría que meterse en conceptos más complejos como Clipping o DirectX.
Cuidado con los gráficos. El aspecto visual del juego va a ser junto a la idea uno de los grandes reclamos para por lo menos atraer a los jugadores, otra cosa es que luego la programación o el guión no los retenga. En la era 3D, unos gráficos deficientes suponen el fracaso garantizado.
Por último, no debemos olvidarnos de la música y los efectos sonoros, unos gráficos sobresalientes pueden quedar eclipsados si estos dos puntos no dan el nivel.
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