La línea, esa sucesión de puntos o punto en movimiento que se convierte en instrumento para delimitar formas y describir contornos, es uno de los recursos más expresivos de la creación gráfica.
La información visual que aporta la línea es diferente según sea la herramienta que se utiliza, la superficie sobre la que se trabaja o la intensidad del trazo. Una simple línea es capaz de trasmitir estabilidad, serenidad, acción, profundidad, desequilibrio, etc. según sea su grafismo y según esté situada en el espacio.
El poder de la línea es tal, que marca la dirección en la que, inconscientemente, el espectador efectúa un recorrido visual por una imagen: son las líneas de fuerza y líneas de interés.
Además de utilizar la línea como elemento vivo por su capacidad comunicativa, la empleamos cuando queremos describir formas, o sea, como herramienta de dibujo. Aquí, el artista le confiere su peculiaridad y riqueza expresiva, que no está sujeta a ninguna norma ni convencionalismo gráfico. En este punto, nos encontramos con dos conceptos importantes que tod@s conocéis, pues echáis mano de ellos a la hora de realizar vuestra ilustración, boceto, diseño, etc. Se trata del grafismo, algo así como el dibujo limpio, carente de alma, y el trazo, responsable de la parte emocional y expresiva de la línea, por su intensidad, por su forma…
Para documentar mejor los conceptos de grafismo y trazo, os traemos algunos ejercicios con línea de vuestr@s compañer@s en clase de Ilustración Tradicional.